La importancia de la paridad del poder adquisitivo

La suma del dinero que comprenden los precios de los bienes y servicios que puede comprar una persona es lo que determina el poder adquisitivo que tiene dicha persona En consecuencia, cuanto mayor elevada esta suma mayor capacidad de poder de adquisición tendrá. No obstante, a menudo se habla de algo más allá de eso: de la paridad del poder adquisitivo.

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Cuando hablamos de paridad nos estamos refiriendo a un término que proviene del término latino paritas o par y que se traduce a igualdad. Dicho de otro modo, paridad significa relación de igualdad o semejanza.

Sin embargo, para efectos de economía la paridad del poder adquisitivo o PPA no hace referencia a la igualdad utópica que tendrían todas las personas para adquirir la misma cantidad de bienes o servicios, sino más bien que se trata de un término económico que se emplea para medir la capacidad financiera o productiva que tienen los países.

Este concepto fue creado por estudiantes de la escuela monetarista de la Universidad de Salamanca durante el siglo XVI, pero no tuvo uso práctico hasta el siglo pasado.

La paridad de poder adquisitivo o PPA hace referencia a la ley de un solo precio, desde la cual se plantea que los productos que se comercializan entre dos países tienen el mismo precio en una moneda común, esto sin tomar en cuenta los elementos artificiales que distorsionan o afectan los intercambios comerciales (aranceles, licencias…) o de transporte.

En otras palabras, un automóvil de determinado modelo y año que sea importado desde China a USA tendrá el mismo valor que uno de similares condiciones que se lleve desde Estados Unidos al gigante asiático.

Sabemos que en la práctica no se cumple esto porque precisamente los costos de aranceles o de transporte afectarán los precios de estos artículos, sin embargo, el concepto de paridad de poder adquisitivo tiene su razón de ser o utilidad.

Específicamente, el PPA es de utilidad para comparar el nivel de la calidad de vida de la población de cada país. Al menos para ello lo utiliza el FMI desde los años noventa.

Esta organización financiera mundial lo utiliza junto con el PBI para establecer en cual país es más o menos caro el costo de la vida. Por ejemplo, si en la lista que elaboran ubican a un país en la posición 100, mientras que a otro lo ubican en el lugar 154, significa que en este último país el costo de la vida es 54% más caro que en el primero.

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Básicamente lo que se busca con este indicador es eliminar los efectos ilusionistas que podrían causar los tipos de cambio, haciendo que se pueda determinar cuál es el poder de compra que tiene la población sin tomar en cuenta si su moneda se ha apreciado o depreciado.

Para efectos prácticos, si no se contará con este indicador sería muy difícil para un potencial inversionista conocer como es la calidad de vida de los consumidores o clientes que puede llegar a tener su negocio en un país.

Por ejemplo, alguien que piense en adquirir en un país una franquicia orientada a la venta de artículos decorativos o de lujo naturalmente debe pensar en la calidad de vida de sus potenciales clientes.

Como posiblemente no pueda determinar el poder adquisitivo que tienen estas personas se le hará más fácil tener una idea global de sus posibilidades de compra a través de este parámetro utilizado por el FMI.

Otra finalidad práctica de este concepto tiene que ver con la apreciación o depreciación de las divisas, pues la teoría sostiene que, sin regulación gubernamental, los tipos de cambio deben permitir que una moneda tenga el mismo poder adquisitivo en cualquier parte del mundo.

Por ejemplo, los 500 dólares que sirven para comprar una calculadora en USA igualmente alcanzan para comprar el mismo artículo en Brasil, Malasia, Japón u otro país, una vez convertidos estos dólares en la moneda de estos países.

¿Qué sucedería si esto no pasa? Cuando los operadores de compra y venta de divisas, llamados arbitrajistas, encuentran que un producto se está vendiendo por debajo de su precio internacional hacen que la moneda del país donde se encuentra el artículo se cotice a un mayor precio, desestabilizando la economía mundial.

Volviendo al ejemplo de la calculadora, supongamos que en Japón este artículo se consigue en 400 dólares, esto llevará a los arbitrajistas a adquirir yenes para comprar calculadoras porque se ganan 100 dólares con la diferencia de precio y esto impulsará el precio del yen.

Claro está, algunas veces el costo de transporte y otros (aranceles, sobornos…) hace inviable este tipo de negocios y en cierta forma se alcanza un equilibrio.

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